viernes, 2 de marzo de 2012

Inventario de recuerdos

Hace unas semanas acabé de leer el libro La Inmortalidad de Milan Kundera. Al final me han quedado algunos brochazos que quisiera compartir contigo para ver si vale la pena conservarlos como recuerdos importantes o simplemente borrarlos para que no le roben el espacio a otros recuerdos y experiencias.
“Sabes, yo me acuerdo de mi infancia: cuando alguien quería hacerle una foto a alguien, pedía permiso. Aunque yo era una niña, varlas personas mayores me preguntaban: niña ¿podemos hacerte una foto? Y un buen día dejaron de preguntar. Los derechos de la cámara quedaron por encima de todos los demás derechos y eso hizo que todo, absolutamente todo, cambiase.

 Es de todos sabido que los hombres tienen una lamentable tendencia a evitar las obligaciones derivadas de la paternidad, a no pagar alimentos y a no reconocer a sus hijos. No quieren entender que la esencia  del amor es el hijo. Sí, la esencia de todo amor es el hijo y nada importa si fue concebido o si nació. En el álgebra del amor el hijo es el signo mágico de la suma de dos seres. Aunque se ame a una mujer sin llegar a tocarla, hay que tener en cuenta que el amor puede dar fruto y que éste puede venir al mundo incluso trece años después del último encuentro de los enamorados.

 …,. El mundo empieza a perder gradualmente su transparencia , se oscurece, se hace cada vez más incomprensible, se precipita hacia lo desconocido, mientras el hombre, traicionado por el mundo huye hacia su interior, hacia su nostalgia, hacia sus sueños, hacia su rebelión y se deja ensordecer por la voz de su dolorido interior hasta el punto de dejar de oír las voces que le interpelan desde fuera…,.

 Aunque Paul es probablemente más presumido de lo normal, sin embargo, pensaba Agnes, su actitud descubre la diferencia entre el sino del hombre y el de la mujer: la mujer pasa mucho más tiempo discutiendo acerca de sus preocupaciones corporales, no le está permitido olvidarse despreocupadamente de su cuerpo…,. Agnes miraba con envidia a los viejos; le parecía que envejecen de otro modo: el cuerpo de su padre se convirtió poco a poco en la sombra de lo que había sido, se fue desmaterializando, solo permanecía en el mundo como una mera alma descuidadamente encarnada. En cambio, el cuerpo de una mujer, cuanto más innecesario se vuelve,  más se convierte en cuerpo: voluminoso y pesado; se parece a una vieja manufactura que ha de ser demolida y en la que el yo de la mujer debe permanecer hasta el fin en calidad de vigilante.

 En nuestro mundo, en el que hay cada vez más rostros cada vez más parecidos, es difícil para una persona confirmar la originalidad de su yo y convencerse a sí misma de su irrepetible unicidad. Hay dos métodos para cultivar la unicidad del yo: el método de la suma y el método de la resta. Agnes le resta a su yo todo lo que es externo y prestado, para aproximarse así a su pura esencia (el riesgo consiste en que al final de cada resta acecha el cero). El método de Laura es precisamente el contrario: para que su yo sea más visible, más aprehensible, más voluminoso, le añade cada vez más y más atributos y procura identificarse con ellos (con el riesgo de que bajo los atributos sumados se pierda la esencia del yo)”.

…,.Es curioso, pero la vida humana nunca ha sido sometida a investigación matemática. Fíjate por ejemplo en el tiempo. Desearía que existiese un método experimental  que mediante electrodos  fijos a la cabeza de la gente investigase el porcentaje de su vida que el hombre dedica al presente, el que dedica a los recuerdos y el que dedica al futuro.  Así conoceríamos quien es realmente el hombre en relación con el tiempo…,.
Pienso luego existo es el comentario de un intelectual que subestima el dolor de muelas. Siento luego existo es una verdad que posee una validez mucho más general y se refiere a todo lo vivido. Mi yo no se diferencia esencialmente de ustedes por lo que piensa. Gente hay mucha, ideas pocas: todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos. Pero cuando alguien me pisa un pié, el dolor solo lo siento yo. La base del yo no es el pensamiento, sino el sufrimiento que es el más básico de todos los sentimientos.

…, ante la presencia de su joven esposa volvió a convertirse en un atleta lírico del amor, eso no significa que renunciara de una vez para siempre a la impudicia del erotismo, sino que quería que hasta la impudicia se pusiera al servicio del amor. Imaginaba que en el éxtasis monogámico experimentaría con una mujer más que con cien distintas. Solo tenía que resolver un problema: ¿a qué ritmo debe avanzar la ventura dela sensualidad por el camino del amor? Como el camino del amor debía ser algo, lo más largo que pudiera, de ser posible sin fin, se fijó un lema: frenar el tiempo y no apresurarse”.
Seguiré buscando otros espacios para divertirme y tener la oportunidad de conversar contigo. Antes de despedirme me gustaría que volvieras a pensar por qué el rey Sahriyar le perdonó la vida a la bella doncella Saharazad? Hasta pronto.